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Actividad 1tema Curricular La Ciencia Y La Tecnologíafuente Número 1

ACTIVIDAD 1 Tema curricular: La ciencia y la tecnología Fuente número 1: Primero tienes 4 minutos para leer la fuente número 1. Introducción: El artículo a continuación trata de las golondrinas (swallows) y las consecuencias que sufren a causa del tráfico. El artículo apareció en el diario español El País. El peligro de ser atropelladas impulsa la evolución de un tipo de golondrinas. Los humanos no son, ni mucho menos, las principales víctimas del tráfico. Los animales de todo tipo, desde insectos a mamíferos, también tienen que evitar los atropellos.

Solo en Estados Unidos se calcula que más de 60 millones de pájaros mueren al año atropellados. Tan intensa es la presión, que 100 años de automoción han bastado para que algunos animales evolucionen con el fin de esquivar los atropellos. Es lo que han hecho un tipo de golondrinas de Nebraska, las Petrochelidon, que, sin casco ni cinturón de seguridad, aspiran a correr más. O, mejor dicho, maniobrar mejor. Igual que los famosos mosquitos de la aviación de hace medio siglo, las aves han reducido su envergadura y así, con alas más cortas, maniobran más ágilmente, alzan el vuelo antes y evitan los accidentes.

El proceso ha sido sorprendentemente rápido. Nada de las islas aisladas durante milenios que alertaron a Darwin. En 30 años de estudio se ha podido medir el resultado, según publican Charles Brown, de la Universidad de Tulsa (Oklahoma) y Mary Bomberger Brown, de la Universidad de Nebraska-Lincoln, en Current Biology. La pareja ha medido el número de nidos de aves atropelladas y su tamaño. Y la relación es clara: las menores prosperan más y mueren menos.

Los investigadores afirman que desde que comenzaron a recorrer las mismas carreteras de la misma zona parando a recoger cada golondrina atropellada que encontraban, esa fue la base del trabajo. El resultado es que ha habido una disminución continua de la envergadura media de las aves, correlacionándose con un aumento en la cantidad de golondrinas y un menor número de aves atropelladas. Y las que morían en un accidente tenían las alas más largas que la media. Los autores admiten que esta explicación puede no ser la única.

Según escriben, ha habido otras condiciones, como el aumento de fuertes vientos, que podrían haber ayudado. También que las aves hayan aprendido a evitar los coches por observación directa. O —y esta opción es casi llamativa como la evolutiva— que haya un proceso de aprendizaje entre las golondrinas. Cualquiera que sea la causa, que seguramente sea una mezcla de todo, por lo menos parece que esta vez los coches no han sido causa de extinción. El asunto da una nueva dimensión al concepto de selección natural, al incorporar a los vehículos como depredadores.

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La evolución de las golondrinas en respuesta al tráfico vehicular: un ejemplo de selección natural acelerada

La interacción entre los humanos y el entorno natural ha sido un catalizador para la evolución de muchas especies, y el artículo sobre las golondrinas de Nebraska ilustra un caso particularmente interesante de adaptación rápida a un factor antropogénico: el tráfico vehicular. La presencia masiva de automóviles sobre las carreteras ha ejercido una presión selectiva sobre estas aves, estimulando cambios fenotípicos que mejoran su capacidad para evitar atropellos. Este fenómeno evidencia cómo la selección natural puede acelerarse en respuesta a condiciones ambientales cambiantes influenciadas por actividades humanas.

Desde una perspectiva evolutiva, las modificaciones en las alas de las golondrinas constituyen una adaptación funcional sustancial. La reducción de su envergadura, observable en especies que sobreviven más y mueren menos por atropellamiento, resulta en una mayor maniobrabilidad y capacidad de alzar el vuelo con mayor rapidez. Estas aves, al parecer, están aprendiendo también a evitar los coches mediante la observación, un comportamiento que podría considerarse una forma de aprendizaje social que complementa la selección natural. La rapidez con la que estas adaptaciones acontecen, en un período de aproximadamente 30 años, desafía la percepción tradicional de que la evolución es un proceso lento y gradual.

Este proceso de adaptación acelerada plantea importantes reflexiones sobre la interacción entre actividades humanas y la biodiversidad. La presencia de vehículos actúa como un depredador moderno, alterando la dinámica de supervivencia y provocando cambios en las características físicas de las especies vulnerables. Además, la reducción en la tasa de mortalidad de las golondrinas por atropellamiento podría influir en la estructura de sus poblaciones, posibilitando un incremento en la abundancia y diversidad de la especie en esa región. Sin embargo, también plantea interrogantes sobre las consecuencias a largo plazo, como si estos cambios fenotípicos pueden generar una diferenciación evolutiva significativa o inducir efectos colaterales en otras áreas de su biología.

La relevancia de este caso radica en demostrar cómo la actividad humana puede actuar como un agente de selección, acelerando procesos evolutivos que, de otra manera, requerirían períodos mucho más extensos. La velocidad de dichas adaptaciones no solo desafía las concepciones tradicionales, sino que también invita a una reevaluación de las estrategias de conservación. Entender cómo estas especies están respondendo a la presión de los vehículos puede ayudar a diseñar medidas que minimicen el impacto negativo y promuevan una coexistencia más armoniosa entre el tránsito humano y la fauna silvestre.

En conclusión, la rápida evolución de las golondrinas en Nebraska en respuesta a la amenaza del atropellamiento representa un ejemplar vivo de cómo la selección natural puede acelerarse en entornos modificados por el ser humano. Este fenómeno subraya la importancia de integrar conocimientos evolutivos en la gestión de la biodiversidad y en el desarrollo de políticas ambientales que consideren la dinámica adaptativa de las especies en un mundo cada vez más impactado por actividades humanas.

Referencias

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